Daniel 2:24-26

¿Conoce ud. a Dios? ¿Confía en Él?

Daniel 2:24-26

"Después de esto fue Daniel a Arioc, al cual el rey había puesto para matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: No mates a los sabios de Babilonia; llévame a la presencia del rey, y yo le mostraré la interpretación. Entonces Arioc llevó prontamente a Daniel ante el rey, y le dijo así: He hallado un varón de los deportados de Judá, el cual dará al rey la interpretación. Respondió el rey y dijo a Daniel, al cual llamaban Beltsasar: ¿Podrás tú hacerme conocer el sueño que vi, y su interpretación?"




Usted que ha comparado con la versión interlineal ha podido ver que la traducción de Reina Valera es exacta y literal. Antes de continuar queremos recordar tan sólo que ellos están recibiendo respuesta de un acto de fe que fue tratado en Dn 2:17-18 (puede releerlo).

En Dn 2:17-18 se vio que lo que ellos hicieron (unirse en oración) fue en obediencia a mandamientos con promesa que se puede hallar en el AT (Sal 69:32-33; Ec 4:9) El hecho de ser llevados ante el rey y de frenar la orden de ejecutar a todos los sabios es sólo una parte del resultado de la oración que hicieron. Otros resultados posteriores serían el hecho de ser promovidos como funcionarios estatales de Babilonia, y dar testimonio del Dios de Israel ante los reyes babilónicos. Desde Jeremías 25:11 y 29:10 estaban profetizados 70 años de cautividad, y desde Isaías 44:26-45:13, que el rey persa Ciro (¡profetizado por su nombre, más de 200 años antes!) sería el instrumento de Dios para darles la libertad. Pero ciertamente el testimonio que ellos dieron en Babilonia les dio a conocer ante los reyes, y mostró a estos reyes que el Dios de Israel era Dios sobre todo (vea en Daniel 2:48-49; 3:28-30; 4:1-3; 5:11-12; 5:29; 6:26-27 cómo Dios se hizo conocer a los babilonios y persas a través de los "esclavos judíos")

¿Qué promesas de Dios conoce? ¿Confía usted en ellas?

Hay promesas de Dios prácticamente en cada libro de la Biblia. A menudo están acompañadas de mandamientos o condiciones (en forma de pacto: si tú cumples tu parte, yo responderé como prometí) y a veces son incondicionales (como las relativas a la elección de Abraham, y en él la elección del pueblo de Israel; también muchas de las dadas a Israel y a la iglesia como conjunto) en forma de profecías. Hay toda una teología basada en las promesas y pactos de Dios para con nosotros. Y en efecto, la relación con Dios está determinada por el pacto bajo el cual se vive. Pero para poner cada cosa en su lugar hay que determinar lo que "son" y lo que "no son" las promesas.

En Mateo 13:3-9 leemos una de las más conocidas parábolas del Señor Jesucristo, la "Parábola del Sembrador". En esta enseñanza Nuestro Señor compara la recepción de la Palabra de Dios por las personas con la recepción de la semilla que se echa a la tierra. Así como Él definió cuatro tipos de respuesta para la Palabra, podemos ver los mismos para con las promesas de Dios. Todos oímos predicar o leemos acerca de las promesas, pero una parte de nosotros las olvida, otra parte deja de creerlas cuando está pasando por pruebas, y otra parte se enreda en los afanes de la vida y no tiene las promesas de Dios como prioridad.

La parábola del sembrador nos muestra que podemos olvidar lo que Dios nos prometió, podemos desconfiar en medio de las pruebas o podemos "dejarlo para luego" porque tenemos "cosas más importantes que hacer". Pero si amamos a Dios y le buscamos, Él siempre nos recordará sus promesas, nos sostendrá cuando nos debilitamos en la fe y nos ayudará a priorizar correctamente. Es por esto que el AMAR A DIOS es primero; una relación "legal" con Él a la larga no funcionará. Cuando un escriba le preguntó al Señor Jesucristo cuál era el más importante mandamiento, Él le contestó con Deuteronomio 6:4-5, poniendo el amor a Dios por encima de toda ordenanza o ritual. También el apóstol Pablo en 1 Corintios 13 nos muestra que el amor es antes del uso de los dones espirituales, y que no importa cuáles tengamos, sin amor no nos aprovecharán. Cierto es que Dios es un Dios de promesas y es un Dios de pactos, PERO estas promesas y pactos no son la base para amar a Dios, sino son el regalo que Dios le hace a los que le aman.

Las promesas no son tampoco un modo de "obligar a Dios" o "exigirle" algo. Él es Soberano, y nos responde cuando quiere y como quiere - debemos creer que Su tiempo es el correcto, no el nuestro, y que su respuesta es la justa, no la que nosotros esperamos. Varios son los ejemplos de creyentes que erraron por no comprender este principio, y de los que alcanzaron las promesas por perseverar. Abraham tuvo un hijo con Agar porque su fe en la promesa de tener un heredero con Sara se debilitó (Génesis 16) y no esperó el cumplimiento de la promesa de Dios; Pedro y otros apóstoles iban a regresar a su profesión antigua porque su fe en el llamamiento del Señor para convertirse en "pescadores de hombres" se debilitó (Juan 21:2-3; 25-27) Pero los discípulos fueron bautizados en Espíritu Santo porque confiaron en la promesa dada por el Señor Jesucristo y se mantuvieron orando y esperando en el aposento alto por diez días (desde la ascensión del Señor hasta Pentecostés; Hechos 1, 2)

Si respetamos los dos puntos anteriores (amar a Dios y esperar confiadamente en Él) estaremos en la posición de ser bendecidos a través de las promesas de Dios, esto es, de lo que sí son. Entre otras cosas son una META. Anteriormente hemos citado el ejemplo de los deportistas, dado por el apóstol Pablo (1 Co 9:24-25), que nos muestra acciones de obediencia a Dios como partes de una estrategia para lograr una meta. Ciertamente obedecemos por amor a Dios, pero esta "obediencia" es parte del plan de Dios, de su "estrategia". Cuando se tiene una meta, se entiende que hay cosas que nos impiden alcanzarla, hay cosas que nos frenan o estorban para alcanzarla, y hay cosas que nos ayudarán en el camino hacia ella.

El libro de Josué, capítulo 6, relata la toma de Jericó. Siempre me ha llamado la atención la fe que demostró el ejército de Israel ante una "estrategia" tan aparentemente absurda (pasarse seis días en procesión alrededor de la ciudad tocando trompetas; esto me parece una forma bien extraña de sitiar una ciudad amurallada). Incluso el séptimo día, dieron siete vueltas. Los habitantes de Jericó estarían orgullosos de los "honores" que les estaban haciendo. Pero la promesa era de Dios, el poder que haría caer las defensas de la ciudad era de Dios, y todo cuanto ellos tenían que hacer era obedecer a Dios para ver Su mano obrando.

Las promesas que tenemos como metas en nuestra vida cristiana vienen a convertirse en MOTIVOS de santidad. El apóstol Juan escribe en su primera epístola, "Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios; por esto el mundo no nos conoce, porque no le conoció a él. Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro" (1 Jn 3:1-3) En base a varias promesas, el apóstol nos muestra cómo la esperanza de su cumplimiento es motivo de purificación en nuestras vidas:

1) Porque hemos sido hechos hijos de Dios, semejantes a Cristo
(aunque aún no se ha manifestado; es el cumplimiento de Juan 1:12)

2) Porque Él se manifestará en Su venida
(cumplimiento de 1 Tesalonicenses 4:16)

3) Porque seremos transformados, como Él lo fue en Su resurrección
(cumplimiento de Lc 20:36; Ro 8:11; 1 Co 15:42-44; 51-54)

En un mensaje anterior (junto al pasaje de Daniel 2:14-16) narraba cómo recibí el bautismo del Espíritu Santo, en medio de una situación más bien crítica por la cual estaba pasando. La demostración en la cual estábamos tomando parte terminó, pero la unción que había depositado el Señor en nosotros en aquel día en Södermalmskyrka, no terminó ni lo ha hecho nunca, sino que siguió dando frutos en nuestras vidas. Uno de ellos fue en nuestra vida de oración.

Antes de recibir el bautismo del Espíritu, yo era probablemente el creyente que menos oraba. Podían pasar días y hasta semanas y la única oración que salía de mis labios era la de acción de gracias por los alimentos (y no siempre) Pero el Señor vino a transformar muchas cosas en mi vida, y ésta en especial. En el tiempo que estuvimos viviendo escondidos, como inmigrantes ilegales, en ocasiones estuvimos desempleados y el Señor nos sostuvo con donaciones de hermanos de nuestra iglesia y otras, y también nos dio albergue en una dependencia de la iglesia donde no pagábamos alquiler.

Hay un proverbio del rey Salomón que siempre me ha sido de gran ayuda para mi vida, y está en Proverbios 13:23, que dice "En el barbecho de los pobres hay mucho pan, mas se pierde por falta de juicio". El "barbecho", como todos sabemos, es una tierra que se deja sin cultivar para que recobre su capacidad nutritiva. Aún cuando estemos privados de la capacidad, el derecho o la posibilidad de ejercer nuestras labores habituales, hay "mucho pan" en nosotros que puede perderse si no somos "juiciosos". Aquel período de "barbecho" produjo en nosotros más fe que ningún otro de nuestra vida (hablo por mí, pero otros podrían coroborar lo mismo) Cada día comenzábamos el día con un culto de alabanza y oración, pidiendo del Señor que nos ayudara en nuestra situación. Y no hay uno de los que tomaron parte en aquellas oraciones, que no recibiera las respuestas, y aún con creces.

Para mí en especial fue también un período de crecimiento en el conocimiento de Dios. Fue en este tiempo en que adquirí mi primera Biblia de Estudio y alguna literatura cristiana, y en que el Señor me dio los primeros mensajes. Pero sobre todo, fue un tiempo de crecimiento en oración. El lugar donde vivíamos se conectaba con el templo, que por las noches estaba vacío. Y yo solía ir solo a orar por las noches al templo.

En una de estas ocasiones, después de más de una hora orando y alabando a Dios, quedé allí en pie en espera de Su respuesta. Es muy importante no sólo hablar con Dios, sino escuchar lo que Él nos quiere decir. La respuesta en aquella noche vino a mí en forma de visión (como si estuviera soñando, aunque estaba de pie y despierto) Me vi de repente sin piel, músculos ni órganos; un puro esqueleto. Y en visión pude ver cómo sobre los huesos aparecían tendones, músculos y se iba formando un "nuevo yo". Para inquirir acerca del significado de esta visión, fui a la Palabra de Dios, y el Señor me mostró en Ezequiel 37 una visión similar, concerniente al pueblo de Israel y su restauración. Allí también se muestra la restauración como una resurrección a partir de huesos. Wow! ¡El Señor me ha mostrado mi resurrección! No obstante, el significado total no llegó a mí todavía. Tiempo después, a través de una preciosa hermana que aún en sus 80 era una de las más fieles de la congregación, sirviendo aún como diaconisa de la iglesia y tomando parte en la mayoría de los cultos, el Señor me dio una palabra profética acerca de esta visión. La hermana Adriana Urzua fue quien me reveló por el Espíritu que aquella era una visión de llamamiento, donde el Dios del cielo me estaba confirmando personalmente. Aún cuando la restauración prometida por el Señor no está totalmente consumada, es mucho lo que he podido constatar hasta hoy, y es mi fe que "la obra que Él comenzó en mí, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Filipenses 1:6) Aquella revelación es para mí una gran bendición. Hay cierta diferencia entre decir, "la Biblia dice que los creyentes serán restaurados, y que resucitarán" y poder decir, "el Señor me ha mostrado A MÍ que estoy siendo restaurado, y que resucitaré".

Si usted no ha recibido aún a Cristo como su Señor y Salvador, no espere más. Él dio su vida en la cruz del Calvario para librarnos de nuestros pecados y transformarnos de vuelta a la imagen y semejanza de Dios, perdida por nuestra vida ajena a Él. Él envió el Espíritu Santo para guiarnos en la oración, en nuestras acciones y especialmente en la comprensión de Su Palabra. Para Dios todo es posible. ¡Confiésele a Él sus pecados, pida ser perdonado y reciba a Cristo como su Señor y Salvador! No importa en la condición en que su vida haya llegado a estar; el Señor la restaurará y llevará adonde usted aún no ha siquiera imaginado. Hay cientos de promesas de Dios que serán para usted en el mismo instante en que confiese a Jesucristo como su Señor.

Que el Señor le bendiga. En el amor de Cristo, su hermano

Israel Leonard

PS Cristo viene pronto!

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